1.- Familiarízate con las abejas y trátalas siempre con cariño, estudia sus reacciones y no quebrantes nunca sus tendencias naturales.
La apicultura supone estudio, dotes de observación, mucho amor a la naturaleza y mucha práctica. El contacto con las colmenas y las enseñanzas de un buen apicultor son el medio más eficaz para tener éxito con las abejas.
2.-Analiza y observa las condiciones climáticas y el tipo de plantas de la zona donde pretendes emplazar tu colmenar.
Cada área tiene un clima concreto que viene determinado por las variaciones de temperatura, humedad, vientos, etc., y que genera unos recursos peculiares de néctar y polen. El conocimiento de esos factores te ayudará a tomar decisiones acertadas.
3.- Elige correctamente el emplazamiento de tus colmenas.
Este debe ser seco, soleado, orientado al mediodía y protegido de fuertes vientos. Para evitar la humedad conviene que las colmenas estén separadas del suelo mediante soportes de ladrillo, bloques de cemento, etc. Así se reduce el consumo de provisiones y se evita la aparición de enfermedades.
4.- Visita el colmenar con frecuencia y “a tiempo”, no “cuando tengas tiempo”.
Descarta los días nublados, lluviosos, fríos, ventosos o cuando se interrumpa repentinamente el flujo de néctar.
Acude, especialmente, en caso de cambios climáticos adversos o al observar en los colmenares próximos el menor síntoma de epidemia.
Procede siempre con tranquilidad, ahumando levemente por la piquera antes de empezar. Las mejores horas para actuar son de 9 de la mañana a 12 y de 2 a 5 de la tarde porque es cuando las abejas recolectoras están en el campo. Nada de golpes ni movimientos bruscos.
5.- Haz todo lo posible para que tus colmenas estén bien pobladas.
Si es preciso, reúne varias colmenas débiles pues es mejor tener pocas colmenas “fuertes” que muchas “débiles”. En cualquier caso, distribúyelas racionalmente, en función de las floraciones y de la afluencia de néctar de la zona.
6.- Procura que todas las colonias tengan reina joven ( menos de tres años), de calidad( mansa, resistente a enfermedades, poco agresiva, con débil instinto de enjambrazón, etc.).
La calidad de la reina se manifiesta en la cantidad de cría (en primavera tiene que haber al menos cinco o seis panales cubiertos de cría de todas las edades) y en la disposición de la misma ( debe estar compacta y no diseminada).
7.- Controla la enjambrazón natural.
Si quieres obtener buenas cosechas de miel, tienes que impedir la enjambrazón. Para ello, debes adoptar alguna de las siguientes decisiones: formar pronto un enjambre artificial, dejar buena ventilación quitando la piquera o colocando pequeñas cuñas entre el alza y la tapa, incorporar alzas con cuadros para dar más espacio a la colonia, destruir las celdas reales, etc.
8.- Consigue que cada colmena tenga mayor número de abejas recolectoras en la época de máxima floración (gran mielada).
A tal efecto puedes estimular la puesta de la reina a partir de febrero, suministrando a las colmenas un alimento suplementario tipo agua miel o “candi”. Para evitar el “pillaje”, hazlo al atardecer procurando que no se derrame fuera de la colmena.
Si puedes, traslada las colonias para aprovechar floraciones concretas.
9.- Deja suficientes provisiones de miel para el invierno.
Cada colonia necesita alrededor de 15 kilos. Si hay que reforzar alguna colmena, conviene hacerlo a finales del verano o al principio de la primavera, pues en esos momentos las abejas están aún activas y pueden almacenarlo en los panales. Además, es el momento que más miel necesitan ya que comienzan a desarrollarse las primeras crías de la temporada.
10.- Detecta precozmente la aparición de cualquier enfermedad.
Las abejas están expuestas a muchas epidemias que si no se atajan a tiempo pueden acarrear daños irreparables en el colmenar propio y en el de los vecinos. La máxima debe ser: diagnóstico precoz y tratamiento preventivo mucho mejor que remedio curativo.