Sobre la apicultura
La evolución histórica de las colmenas depende de los materiales de la zona y del ingenio humano de la época.
Las colmenas rústicas
Al “domesticar” a las abejas se las instaló en troncos de árboles huecos colocándolos verticalmente en el suelo. Las abejas construían sus panales en el interior de los mismos fijándolos a las paredes. Con el paso del tiempo se empezaron a utilizar nuevos materiales, apareciendo así los diferentes tipos de colmenas rústicas. Por ejemplo:
Dújo: De un metro de alto y cerrado con un tapadero clavado con tacos de madera. En la parte baja lleva unos agujeros que sirven de piquera a las abejas y en el interior se colocaban dos palos delgados a modo de cruz (cruceta) que servían para conseguir una mayor sujeción de los panales.
Corcho: De forma cilíndrica y construidas con la corteza del alcornoque. La disposición de la cruceta, la configuración de las piqueras y demás elementos siguen el mismo esquema que el tipo anterior.
Hornillo: Fabricada con tablas, normalmente de roble, unidas mediante clavos de hierro y que se colocaban horizontalmente, unos junto a otros, yuxtapuestos, unidos con barro.
De caseta: Se trata de una colmena que parece una casa en miniatura, con tejadillo a dos aguas.
De cestería: Construida con mimbres entrelazados o con paja trenzada. Se insertaban en las paredes de adobe de la propia vivienda o en construcciones aisladas. Para que quedaran resguardadas del frío se cubrían con barro o mampostería.
De arcilla: En forma de vasija. A veces eran de cerámica.
Hornillos típicos de la Valdavia
Los colmenares tradicionales
Para que esas colmenas quedarán resguardadas de las inclemencias del tiempo,
se empezaron a construir unas pequeñas edificaciones, a modo de casetas, naciendo así los primeros colmenares. Éstos, poco a poco, fueron ocupando los sitios más remansados, como las solanas orientadas al mediodía o en medio de los robledales, donde el brezo, el cantueso y las urces eran abundantes. Al mismo tiempo, para recoger el néctar de los árboles frutales y estar más cerca de las abejas se construyeron también algunos colmenares en huertos y herrenes, pero su rentabilidad fue menor.
Parece que el momento de máximo esplendor de estos colmenares fue durante los siglos XVIII y XIX, pues, según las crónicas, en aquellos momentos había tantos como vecinos, e incluso más, debido tal vez a la escasez y alto precio del azúcar y a la carencia de alimentos tan nutritivos como la miel.
Estos colmenares, aún abundantes en muchas zonas del norte de España, son construcciones de planta rectangular o semicircular, de adobe y madera de roble, con una pared trasera, dos laterales y un tejado. Existen de todos los tamaños, pero normalmente tienen diez metros de largo, dos de alto, y uno y medio de ancho. En una de las paredes laterales, la que da al este, se encuentra la puerta de entrada. La parte delantera, que siempre está orientada al mediodía, carece de pared porque está ocupada por las colmenas, normalmente del tipo “hornillo”, construidas de madera de roble y mampostería de barro. Esos hornillos se superponen horizontalmente en varias filas y perfectamente ensamblados entre sí. En la parte delantera cada uno de ellos lleva unos pequeños orificios por los que entran y salen las abejas y, por detrás, una tabla movible, a modo de “tapadero”, que se fija con barro durante el invierno para que no entre ni el frío ni los ratones, y a través del cual se supervisa la colmena y se extrae la miel. En el interior del hornillo existen unos travesaños cruzados (tranca) que cumplen la misión de sostener el peso de los panales y como baremo que indica al colmenero la cantidad de reservas que debe dejar al efectuar la “cata”. Para combatir a los animales enemigos de las abejas, por ejemplo los ratones, existen unos huecos a modo de ventanuco encima de la puerta o en la pared contraria para que los mochuelos y lechuzas den buena cuenta de ellos. Algunos colmenares están provistos de una pequeña cerca o tapia, que tiene la finalidad de proteger a las colmenas de las condiciones climáticas adversas y, sobre todo, de defenderlas de animales más peligrosos, como el oso o el tejón.
Los colmenares tradicionales no deben desaparecer. En primer lugar, porque son auténticas reliquias de la arquitectura popular que configuran el paisaje rural y en segundo lugar porque, debido a su dispersión, cumplen una función polinizadora esencial tanto para las plantas cultivadas como silvestres. Es más, ahora que las tradiciones locales y lo ecológico están en auge, se pueden organizar actividades que compaginen el senderismo y la visualización de esos colmenares asentados en parajes realmente bellos.
Las colmenas modernas
En el siglo XIX aparecen una serie de inventos que van a facilitar el manejo de las colmenas y a triplicar la producción de miel. Sin duda, el más importante se produce el año 1851 por parte del Pastor protestante Lorenzo Langstroth quien, tras muchos intentos, descubrió la colmena de cuadros móviles. A partir de ahí, la movilidad de esos cuadros va a permitir sacarlos, inspeccionarlos, cambiarlos, localizar a la reina, suprimir las celdillas zanganeras, reunir colonias, extraer la miel sin destruir los panales, etc.
Todas estas colmenas modernas presentan elementos y características similares, diferenciándose tan sólo en pequeños detalles. Los modelos más corrientes son cuatro, de los cuales los tres primeros se designan con el nombre de su inventor:
Langstroth o Perfección.- Quizás sea el modelo más difundido en España. Constituido por la base o fondo movible, que incluye el tablero de vuelo y la piquera; un cuerpo de colmena o cámara de cría; las alzas o cámaras de miel; una tapa cubrepanales ( provista de agujero para la alimentación en invierno) y la tapa exterior o tejadillo, que debe ser impermeable y consistente.
Elementos de la colmena de Perfección
Revisando colmenas
Dadant.- Es un modelo también vertical y muy similar al anterior. Su mayor diferencia estriba en que las alzas tienen menos altura, por lo que se manejan mejor.
Layens.- Es muy sencillo. De tipo horizontal y sin alzas. Consiste en una caja de fondo fijo y tejadillo unido mediante dos bisagras a una de las paredes de la caja. La estructura tiene capacidad para contener doce cuadros, más altos que largos, al contrario que en la Langstroth. Se trata de una colmena muy práctica y fácil de trasladar, pero que presenta algunos inconvenientes. A saber: la reina puede aovar en todos los panales mezclándose las celdillas de cría, miel y polen, dificultando la recolección; además, al carecer de alzas, se reduce el espacio disponible y se favorece la enjambrazón; por otra parte, al tener el fondo fijo dificulta las operaciones de limpieza.
Colmenas Layens
Colmenas Perfección, detrás Hornillos.
Didáctica o de observación.– Tiene una finalidad experimental o educativa por lo que sus paredes son de cristal. Posee un reducido número de panales, normalmente dos, y sirve para observar con detalle la vida en el interior de la colonia: las diferencias de las distintas castas, la puesta de la reina, el cuidado de las crías, el nacimiento de las abejas obreras, las reservas de miel, etc.
Como en cualquier tipo de oficios, las herramientas del apicultor son específicas de su actividad. Deben permitir el manejo con seguridad de las abejas, la extracción de los panales de la colmena y la obtención de los productos elaborados por las abejas.
De protección:
Caretas, blusones, monos, guantes y botas altas.
De manejo:
Ahumador, cepillo, espátula-rasqueta, levantacuadros, espuela.
Material complementario:
Escape de abejas, cazazánganos, cazapolen, jaula para reinas, excluidor de reinas, cerificador solar, alimentador.
1.- Familiarízate con las abejas y trátalas siempre con cariño, estudia sus reacciones y no quebrantes nunca sus tendencias naturales.
La apicultura supone estudio, dotes de observación, mucho amor a la naturaleza y mucha práctica. El contacto con las colmenas y las enseñanzas de un buen apicultor son el medio más eficaz para tener éxito con las abejas.
2.-Analiza y observa las condiciones climáticas y el tipo de plantas de la zona donde pretendes emplazar tu colmenar.
Cada área tiene un clima concreto que viene determinado por las variaciones de temperatura, humedad, vientos, etc., y que genera unos recursos peculiares de néctar y polen. El conocimiento de esos factores te ayudará a tomar decisiones acertadas.
3.- Elige correctamente el emplazamiento de tus colmenas.
Este debe ser seco, soleado, orientado al mediodía y protegido de fuertes vientos. Para evitar la humedad conviene que las colmenas estén separadas del suelo mediante soportes de ladrillo, bloques de cemento, etc. Así se reduce el consumo de provisiones y se evita la aparición de enfermedades.
4.- Visita el colmenar con frecuencia y “a tiempo”, no “cuando tengas tiempo”.
Descarta los días nublados, lluviosos, fríos, ventosos o cuando se interrumpa repentinamente el flujo de néctar.
Acude, especialmente, en caso de cambios climáticos adversos o al observar en los colmenares próximos el menor síntoma de epidemia.
Procede siempre con tranquilidad, ahumando levemente por la piquera antes de empezar. Las mejores horas para actuar son de 9 de la mañana a 12 y de 2 a 5 de la tarde porque es cuando las abejas recolectoras están en el campo. Nada de golpes ni movimientos bruscos.
5.- Haz todo lo posible para que tus colmenas estén bien pobladas.
Si es preciso, reúne varias colmenas débiles pues es mejor tener pocas colmenas “fuertes” que muchas “débiles”. En cualquier caso, distribúyelas racionalmente, en función de las floraciones y de la afluencia de néctar de la zona.
6.- Procura que todas las colonias tengan reina joven ( menos de tres años), de calidad( mansa, resistente a enfermedades, poco agresiva, con débil instinto de enjambrazón, etc.).
La calidad de la reina se manifiesta en la cantidad de cría (en primavera tiene que haber al menos cinco o seis panales cubiertos de cría de todas las edades) y en la disposición de la misma ( debe estar compacta y no diseminada).
7.- Controla la enjambrazón natural.
Si quieres obtener buenas cosechas de miel, tienes que impedir la enjambrazón. Para ello, debes adoptar alguna de las siguientes decisiones: formar pronto un enjambre artificial, dejar buena ventilación quitando la piquera o colocando pequeñas cuñas entre el alza y la tapa, incorporar alzas con cuadros para dar más espacio a la colonia, destruir las celdas reales, etc.
8.- Consigue que cada colmena tenga mayor número de abejas recolectoras en la época de máxima floración (gran mielada).
A tal efecto puedes estimular la puesta de la reina a partir de febrero, suministrando a las colmenas un alimento suplementario tipo agua miel o “candi”. Para evitar el “pillaje”, hazlo al atardecer procurando que no se derrame fuera de la colmena.
Si puedes, traslada las colonias para aprovechar floraciones concretas.
9.- Deja suficientes provisiones de miel para el invierno.
Cada colonia necesita alrededor de 15 kilos. Si hay que reforzar alguna colmena, conviene hacerlo a finales del verano o al principio de la primavera, pues en esos momentos las abejas están aún activas y pueden almacenarlo en los panales. Además, es el momento que más miel necesitan ya que comienzan a desarrollarse las primeras crías de la temporada.
10.- Detecta precozmente la aparición de cualquier enfermedad.
Las abejas están expuestas a muchas epidemias que si no se atajan a tiempo pueden acarrear daños irreparables en el colmenar propio y en el de los vecinos. La máxima debe ser: diagnóstico precoz y tratamiento preventivo mucho mejor que remedio curativo.
La extracción de la miel
Es la operación que tiene como finalidad retirar de las colmenas los panales con la miel que no necesitan las abejas para pasar el invierno. Se realiza, normalmente, a finales del verano cuando la miel está madura.
Fases o proceso de que consta:
CATA EN EL COLMENAR: Consiste en retirar de cada colmena aquellos panales lacrados que contengan miel en un 70% o más, porque ello es señal de madurez y buena conservación.
TRASLADO A LA SALA DE EXTRACCIÓN Y DESOPERCULADO: Una vez que los panales se han trasladado a la sala de extracción, la primera tarea consiste en retirar los opérculos con los que las abejas cierran las celdillas para que no se les caiga la miel.
EXTRACCIÓN DE LA MIEL: Como la miel no sale por sí misma, hemos de recurrir a la fuerza centrífuga que nos proporciona el extractor.
FILTRADO Y ENVASADO: Una vez extraída la miel, es necesario filtrarla y decantarla en recipientes apropiados para eliminar todos los elementos extraños: cera, patas, etc. Finalmente, se procede al envasado de tarros.
Los productos que extraemos de la colmena son:
JALEA REAL: Forma parte de la dieta de la reina durante toda su vida, unos 5 años, y de las larvas jóvenes. Es un “concentrado nutritivo”.
MIEL: La obtienen las abejas al transformar el néctar que recogen de las flores, rebajando su humedad de un 70 a un 18%. Existen muchas variedades, dependiendo del tipo de flores libadas.
POLEN: Se trata de un polvillo que sirve para que se fecunden las flores. Las abejas lo recogen y los transportan en sus patas posteriores. Con él alimentan a las larvas.
CERA: la segregan las abejas jóvenes, de 12 a 24 días, en sus glándulas ceríferas, situadas en el abdomen. Con ella construyen las celdillas de los panales.
PROPÓLEOS: es una especie de resina que las abejas obtienen de los brotes y yemas de determinadas plantas, transportándola en sus patas posteriores como el polen. Con este producto sellan las grietas y los huecos del interior de la colmena, para que no entre el frío en invierno.
VENENO: Se utiliza en apiterapia para tratar reumatismos y dolores artríticos.
POLINIZACIÓN: No es un producto elaborado por las abejas, sino el resultado de su trabajo. Lo incluimos aquí por ser un fenómeno de suma importancia para el mantenimiento de muchos ecosistemas. Este efecto polinizador supera en más de quince veces el valor comercial del resto de productos del colmenar.