Religión

LA IGLESIA Y LA ABEJA

A lo largo de la historia ha existido buena relación entre la Iglesia y la apicultura. Durante la Edad Media muchos monasterios tenían colmenas con el fin de obtener miel para los monjes y cera para el culto.  A partir del Concilio de Trento (1545-1563), los obispos recomendaban a los párrocos instalar colmenas en los huertos cercanos a sus casas rectorales para entretenerse en una actividad que les podía, además, reportar algunos ingresos complementarios a su escasa economía. Para poder conocer mejor a las abejas, en los seminarios se empezó a estudiar una asignatura más, la de apicultura.
Y así, con el paso del tiempo, algunos sacerdotes se convirtieron en expertos apicultores, formando a generaciones enteras de apicultores mediante charlas y clases prácticas en las escuelas  parroquiales.
La presencia de colmenas en conventos, monasterios y ermitas es conocida desde antaño, especialmente a partir del concilio arriba indicado.

En el museo, un cuadro-panel está dedicado a la relación entre la Iglesia y la apicultura:

Cuadro-panel del museo sobre la Iglesia y la abeja

SANTOS Y APICULTURA

Son varios, igualmente, los santos relacionados con las abejas y la miel. Por ejemplo: Santa Rita; San Bernardo (llamado el “Doctor melífluo”); San Ambrosio (patrón de los apicultores); San Juan Crisóstomo (obispo de Alejandría, Llamado “boca de oro”); San Juan de Ortega.
Santa Rita y las abejas
A los pocos días de nacer santa Rita, sus padres vieron cómo unas abejas blancas entraban y salían de la boca de su hija mientras descansaba en su cuna.

Un fenómeno parecido se cuenta también de otros santos, por ejemplo de san Ambrosio y de san Juan Crisóstomo.
Balbino Rano (OSA) dice que éste es un hecho “histórico, pero no necesariamente milagroso”. Los jueces que trabajaron en el proceso de canonización de la santa lo calificaron como un acontecimiento “admirable”.
Lo más probable es que se trate de una leyenda que quiere poner de relieve que Dios estuvo con santa Rita desde el principio de su existencia y que la dotó de una riqueza interior extraordinaria, capaz de atraer a los demás de igual modo que las flores de bellos colores atraen a las abejas.
Otro hecho también sorprendente se produce actualmente en uno de los muros del convento de santa Rita, en Casia. Allí, viven unas abejas especiales, llamadas “abejas murarias”. Son muy pocas, de doce a quince, rubias, “sin aguijón y no producen miel ni cera”. Según algunos biógrafos de la santa, estas abejas sólo salen en el tiempo litúrgico de la Pasión del Señor y vuelven a su colmena en el aniversario de la muerte de la santa, el 22 de mayo .
Algunos estudiosos de este fenómeno, especialmente Volpi, afirman que estas abejas “no tienen nada que ver con la historia de santa Rita. Se trata sólo de una coincidencia. Son abejas en vías de extinción, y sobreviven allí como en otros poquísimos lugares del mundo”.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, alguien ha sugerido que se proponga a santa Rita como patrona de los apicultores, sin entrar en rivalidades ni desplazar a san Ambrosio.
Con todo, el verdadero milagro de las abejas hoy, es el “Alvear” ( palabra italiana que procede del latín alvearium –colmena-), fundado en 1938 por la Madre Teresa Fasce (beatificada el 12 de octubre 1997). Se trata de un centro para niñas huérfanas en el que estas “abejitas” reciben la formación humana y espiritual necesarias para afrontar la vida. Hoy esta institución ha crecido mucho y es el orgullo de Casia.

Estatua de santa Rita con abejas en su hábito
Cuadro del museo dedicado a santa Rita y las abejas

San Ambrosio fue insigne obispo de Milán. Fue un gran orador, famoso por su elocuencia y su sabiduría, hasta el punto que se decía de él que “sus palabras eran dulces como la miel”. Por eso se le suele representar con una colmena o con abejas revoloteando sobre su cuna.
Gobnait, santa medieval irlandesa, agregó la apicultura al trabajo de su vida, desarrollando una afinidad de por vida. Ella comenzó una orden religiosa y dedicó sus días a ayudar a los enfermos. Se ha especulado que usó la miel como una ayuda curativa. Se le atribuye haber salvado a la gente de Ballyvourney de la peste.

San Ambrosio con su báculo y colmena

Santa Gobnait y colmena

Escultura policromada de San Ambrosio, patrono de los apicultores. Se mostrará en el museo de Buenavista.

San Agustín, obispo de Hipona, uno de los 4 doctores de la Iglesia Occidental, junto con san Jerónimo, san Ambrosio y san Gregorio Magno, fue el máximo pensador del cristianismo del primer milenio. Autor prolífico, dedicó gran parte de su vida a escribir sobre filosofía y teología, siendo Confesiones y La Ciudad de Dios sus obras más destacadas. En sus obras aparecen referencias a las abejas como las que figuran a continuación:
“Más nos sorprendemos ante las obras de las hormigas y las abejas que ante los desmesurados cuerpos de las ballenas” (La Ciudad de Dios, libro XXII, cap. 24, nº 5).
“Según mi parecer, que más sabe una abeja que un asno, y comparar la magnitud de la una con la del otro es ponerse por debajo del asno” (La dimensión del alma, XIV, 24).
“Entre los volátiles, la abeja es un animal pequeñito, pero fabrica el producto más dulce de todos” (El espejo de la Sagrada Escritura, 23).
“Dios no es grande por su masa, sino por su poder. Con su providencia dotó de mejores sentidos a las hormigas y a las abejas que a los asnos y a los camellos. Del grano mínimo de una semilla forma la magnificencia de una higuera, mientras que otras plantas menores nacen de mayores semillas” (Carta 137,8).

Cuadro de san Agustín atribuido a Caravaggio

Santo Tomás de Villanueva (1486-1555). Agustino. Arzobispo de Valencia. Nació en Fuenllana (Ciudad Real) y realizó sus estudios en Villanueva de los Infantes, y teología y Sagrada Escritura en la Universidad de Alcalá de Henares. Después ingresó en el convento de san Agustín de Salamanca.  Se distinguió como predicador, recibiendo el título de «predicador real», por parte del emperador Carlos V. Es considerado el Padre de los pobres, por su ayuda a los necesitados. En muchos de sus sermones aparecen ejemplos observados en la naturaleza, por ejemplo en el mundo de las abejas, aplicables a la vida espiritual. Como ejemplo de ellos se mencionan:
“Oh buen Dios, qué grande era el fervor de aquellos primeros conversos a la fe! ¡Cómo acudían a Jesús desde todos los lugares, como abejas al panal de miel!” (Sermón 7,11. Viernes Santo. Vol. 1, pag. 137)
“Ardieron con el aliento de Dios unos corazones hasta entonces espinosos y, como abejas en el panal, ellos se juntaron todos en torno a Cristo” (Sermón 10. Adviento II. Vol. 1, pag. 179)
“Mira que están ya entrando en la ciudad de Jerusalén y preguntan: ¿Dónde está el recién nacido rey de los judíos? En seguida entrarán en casa y te rodearán como abejas al panal, pues de ellos escribió el Profeta: Me rodearon como abejas, ardiendo como fuego en las zarzas, y yo en el nombre del Señor tomé venganza de ellos (Sal 117,12). Cual abejas en derredor del panal: ¡qué símil más apropiado de esta adoración! ¡Abejas en torno al panal de miel!” (Sermón 246,7. Epifanía. Vol. 6, pag. 391)
“Una virgen devota debe parecerse lo más posible a una abeja que volando lejos de su colmena, va seleccionando por todas partes hermosas flores y de ellas, encerrada en su colmena, saca la miel”. (Sermón 312, 7. Santa Dorotea, virgen y mártir. Vol. 8/1, pag. 325)
“¡Oh mundo! Si sois rico, todos se allegan como abejas a la miel, el pariente mejor. Si sois pobre, nos dicen que los afrentamos, no halláis a nadie pariente, que sois deshonra de linajes” (Sermón 12 /144, 7. Martes de la semana de pasión. Vol. 9, pag. 491)

Fragmento del cuadro de Zurbarán santo Tomás de Villanueva

A san Juan de Ortega se le considera el patrono de las mujeres que desean tener hijos. Al parecer, la reina Isabel la Católica, cuando estaba esperando al príncipe Juan, sintió dudas sobre el buen resultado de su embarazo por lo que decidió ponerse en manos de tan eficaz santo. Con ese fin, acompañada de algunos sacerdotes y monjes, acudió a la cripta donde estaba enterrado San Juan de Ortega. Al levantar la losa de la tumba, salió de ella un enjambre de abejas blancas que comenzaron a revolotear por el techo de la cripta hasta que, comprobada la incorrupción del cuerpo del santo, se cerró de nuevo la tumba, entrando dentro por un agujero todas las abejas. A partir de ese momento aquellas abejas fueron respetadas, considerando que eran las almas de los no nacidos que esperaban a que el santo les concediera convertirse en mortales.
Este cuadro-panel del museo muestra estos santos y algunos más:

Cuadro-panel del museo sobre Vírgenes y Santos
María, reina de las abejas y patrona de apicultores polacos, bendecida por el Papa, cuadros de La Sagrada Familia y El Cristo de la miel

VIRGEN DE VALVANERA (Patrona de La Rioja)

Cuenta la leyenda que un hombre malvado llamado Nuño Oñez, tocado por la gracia de Dios, se retiró a descansar a una cueva, y poco más tarde le acompañó un sacerdote. Poco después, les fue revelado el lugar donde se encontraba una imagen de la Virgen. En el hueco de un gran árbol había una colmena de abejas que custodiaba y protegía a la Virgen. En ese lugar se construyó el Monasterio de Valvanera, donde actualmente se venera a la Virgen, bajo la custodia de los benedictinos.
En la Iglesia de San Ginés de Madrid hay una capilla dedicada a la Virgen de la Valvanera, a la izquierda del altar mayor, con una imagen obra del escultor Valeriano Salvatierra, de la época de Fernando VII.

Imagen de la Virgen de Valvanera en la Parroquia de San Ginés (Madrid)

ECLESIÁSTICOS Y APICULTURA

Destacamos a continuación algunos eclesiásticos (sacerdotes, religiosos, pastores protestantes, etc.) relacionados con la apicultura, especialmente aquellos que son mencionados en alguna emisión postal.

* Lorenzo Langstroth (1810-1895)
Norteamericano. Desde muy joven mostró gran interés por las abejas. Estudió teología y fue Pastor protestante. Es el padre de la apicultura moderna, descubriendo el llamado “espacio de abejas” y la colmena movilista que lleva su nombre.
* Jana Dzierzon (1811-1906)
Sacerdote, naturalista y apicultor alemán, de origen polaco. Introdujo la abeja italiana en Alemania  y descubrió la partenogénesis en las abejas, es decir, que de una reina virgen o de una abeja nacen zánganos. También modificó el modelo de colmena diseñado por Langstroth.
* Gregor Mendel (1822-1884)
Religioso agustino austriaco. Biólogo, botánico y apicultor. En 1871 construyó un colmenar en el jardín del monasterio de Brünn, hoy Brno (Moravia), donde estudió diferentes especies de abejas. Mendel trabajó en la asociación de apicultores local, colaborando en la revista “ Vcêla Brnênska” ( “Las Abejas de Brünn”). En ella publicó muchos artículos describiendo cómo hibernan las abejas, cómo viven, cuántos años vive la reina, etc.
* Juan Bautista Voirnot (1844-1900)
De Lorena (Francia). Se le conocía con el sobrenombre de “El cura de las abejas”. Escribió un libro titulado “La apicultura ecléctica” en el que revolucionó las técnicas apícolas de su tiempo. Inventó una colmena.
* Brother Adan (1898-1996)
El Hermano Adan fue un extraordinario criador de abejas. Hablaba con ellas y las acariciaba, moviéndose entre ellas con una calma infinita. Algunas de sus reflexiones se han convertido en sentencias apícolas. Por ejemplo: “ Un apicultor que desee tener éxito debe, en primer lugar, estudiar el comportamiento de las abejas y adaptarse a él”.
* Benigno Ledo
Párroco de Argozón (Lugo). También llamado “El Cura de las Abejas”. Gran maestro de apicultores, encargado por la Diputación de Lugo en 1927 para difundir esa actividad en toda la provincia. Manuel Vázquez Seijas dirá de él: “En presencia de una colmena todos sus alumnos han visto el cariño con que trata a las abejas, cómo las acaricia y cómo les tiende dulcemente sus manos…”. Afirmaciones muy en consonancia con lo que él afirmaba: “ Para sacar provecho de cualquiera de las ocupaciones que exigen contacto con la naturaleza, es indispensable sentirla, admirarla, amarla y entregarse a ella”.
* León Lacasia y Aspurz
Párroco de Ustes (Navarra). Apicultor titulado y profesor de la Escuela de Apicultura de la Diputación Foral de Navarra y del Seminario Conciliar de Pamplona.

Cuadro-panel del museo con las referencias a estos personajes eclesiásticos mencionados:

Cuadro-panel del museo sobre personajes relacionados con la apicultura

LA MIEL Y LA CERA EN LA EMBLEMÁTICA CRISTIANA

En todas las religiones antiguas la antorcha de cera se constituyó en el emblema más importante de la divinidad. Y el color de la miel se asimiló al oro, queriendo expresar la belleza divina.
La LITURGIA CRISTIANA también recogió ese simbolismo y resaltó desde el principio las cualidades tanto de las abejas como de sus productos y ese simbolismo queda reflejado en un cuadro-panel del museo:

Cuadro-panel del museo sobre la miel y la cera en la emblemática cristiana

LAS CANTIGAS DE SANTA MARÍA

Entre las obras más destacadas del rey Alfonso X el Sabio destacan las Cantigas de Santa María. Se trata de poemas narrativos y líricos con una métrica muy variada, basada en  la estructura de canción con estribillo. La mayoría de ellas narran un acontecimiento milagroso o de santidad, pero también existen himnos de alabanza a la Virgen. En un primer momento, fueron transmitidas oralmente por los juglares.
Estas Cantigas han llegado hasta nosotros a través de varios códices, siendo los dos que más nos interesan por su relación con la apicultura, el Códice E, que se conserva en la Biblioteca Real del Monasterio de El Escorial. Contiene 417 Cantigas. En la Cantiga 128 habla sobre las abejas. En ella, aparecen una serie de viñetas en las que un colmenero, para incrementar su producción de miel, introduce la Sagrada Forma en una de sus colmenas. Y cuando acude con su mujer a revisarla, aparece dentro la Virgen Santa María con su Hijo en brazos.

Primer cuadro-panel del museo sobre las Cantigas de Alfonso X «El Sabio» (Códice de El Escorial)

El segundo códice que nos interesa es el de Florencia. Éste está inacabado y mutilado. Se conserva en la Biblioteca Nacional de Florencia. Las Cantigas 208,211 y 326 están relacionadas con la apicultura.
En la 208, un hereje francés introduce la Sagrada Forma en una de sus colmenas para que se alimenten las abejas. Tiempo después, al abrirla, aparece un altar con la imagen de la Virgen y el Niño.
En la 211, las abejas acuden el día de Pentecostés durante la misa mayor y reparan la parte del Cirio Pascual que se ha consumido por el uso.
Y en la 326, un hombre muy devoto ofrece a la Virgen sus colmenas, que después son robadas. Pero rápidamente fueron recuperadas por la intervención milagrosa de la Virgen.

Segundo cuadro-panel del museo sobre las Cantigas de Alfonso X «El Sabio»  (Códice de Florencia)

ABEJAS EN LA ESCALERA DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

Es una de las mejores escaleras del Renacimiento español, construida entre 1512 y 1516. No se sabe con exactitud quién es su autor, parece ser Fernán Pérez de Oliva.
En el segundo tramo de esta escalera, aparece una escena en la que se ve una abeja, con la siguiente leyenda: ”En la hermosa flor, las nobles abejas recogen miel”; y a una araña, con otra leyenda: “De ella –de la flor-, la perezosa araña extrae abundante veneno”.
La abeja es uno de los símbolos de pureza más conocidos. También de la laboriosidad, el orden, el ahorro, la constancia, la generosidad, etc. La araña representa el polo opuesto. Es símbolo de trampa, de red que atrapa para devorar.
De alguna forma, la abeja y la araña simbolizan las dos actitudes del ser humano ante las pasiones, que debe dominarlas o ser dominado por ellas. Pues ya sabemos que una pasión puede ser alternativamente buena o mala, según el uso que hagamos de ella. La flor da igualmente miel o veneno, según quién la libe.
Esta escena está inspirada en el “equus eroticus” de Aristóteles, Platón, Sócrates, en el cuadro de TizianoEl Amor Sagrado y el Amor Profano» (1514) y en san Agustín. Éste dirá: “Para que las pasiones que afligen los ánimos no arrastren al vicio, sino que ejerciten la virtud” (Ciudad de Dios XI,5).

Cuadro-panel del museo sobre las abejas en la escalera de la Universidad de Salamanca

©  El museo de las abejas  –  2024  –  Félix Herrero  ~ José Antonio Gómez